Los Presidenciables:
Cuál es el menos malo?
Luis Gutiérrez Poucel Consultor Económico
El tema de actualidad en el país es: quién va ser el próximo presidente?
¿Qué tal si pudiéramos evaluar a los tres presidenciables desde el punto de vista
del bienestar nacional, de lo que le importa al pueblo de México, considerando
la trayectoria que han tenido y su desempeño en el pasado? Eso es lo que
pretendemos hacer en este artículo: evaluarlos de la manera más objetiva
posible, lo cual es muy difícil, porque hay mucho de subjetividad en cualquier
evaluación; pero a riesgo de pecar de sesgos ideológicos y políticos, aquí les
va mi modesta evaluación.
Índice de la Esperanza
Pero
antes de calificarlos, tenemos que ponernos de acuerdo sobre qué bases los
vamos a evaluar. Si tomamos el Índice de Desarrollo Humano propuesto por los
organismos internacionales, los tres indicadores relevantes serían (1) el PIB
per cápita, (2) la educación y (3) la esperanza de vida. Pero como nosotros
sabemos, el bienestar de una nación requiere de otros elementos, tales como la
seguridad, combate a la corrupción y la efectividad del gobierno para gobernar,
entre otros.
El Banco Mundial ha propuesto el Índice de Gobernabilidad, compuesto por los
siguientes indicadores: (1) voz y rendición de cuentas, (2) estabilidad
política, (3) efectividad del gobierno, (4) calidad regulatoria, (5) imperio de
la ley y (6) control de la corrupción.
Para el caso de México, vamos a tropicalizar dichos índices para aterrizar más
de cerca a nuestra realidad, construyendo el Índice de la Esperanza. ¿En qué
consiste este índice?, se preguntarán. Este índice se compone de seis
indicadores: (1) el PIB per cápita, (2) distribución del ingreso, (3)
educación, (4) efectividad para gobernar (gobernabilidad en corto), (5)
seguridad y (6) corrupción.
Pasemos
ahora a la evaluación de cada presidenciable.
Josefina Vázquez Mota
La administración de JVM
probablemente mantendría el blindaje económico de la economía, respetaría la
autonomía del Banco Central y conservaría la prudencia fiscal. El Producto
Interno Bruto per cápita crecería a igual ritmo o un punto porcentual por
arriba del PIB per cápita de los Estados Unidos, que es nuestro principal punto
de referencia. Tendríamos estabilidad económica durante todo su sexenio.
La distribución del ingreso seguramente se mantendría igual que como estamos
ahora, no habría grandes avances en la reducción de la pobreza, no se lograría
la reforma fiscal y la gestión del Ejecutivo Federal tendría el mismo impacto
sectorial que el gobierno de Felipe Calderón.
El gobierno de Josefina evitaría confrontaciones con el sindicato de la maestra
Gordillo; mantendría los mismos niveles de gasto e inversión en educación que
la de los gobiernos panistas recientes. En suma, en el campo de la educación no
habría grandes avances, mantendríamos nuestros bajos niveles educativos que
observamos cuando nos comparamos con los países de la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
El gobierno panista tendría las mismas dificultades para alcanzar acuerdos con
el Congreso que sus predecesores para llevar a cabo las reformas estructurales
que el país requiere y para controlar los excesos de los gobiernos estatales.
El nivel de gobernabilidad sería equivalente al de los gobiernos panistas del
2000 al 2012.
En cuanto a la seguridad, su gobierno mantendría las mismas líneas de
confrontación militar contra el crimen y la delincuencia organizada, no
legalizaría las drogas cuyo tráfico hacia EUA ocasionan más daño al país en
términos de violencia e inseguridad.
Finalmente, en la lucha contra la corrupción el gobierno de Josefina Vázquez
Mota no iría contra los presidentes, gobernadores de los estados ni secretarios
de Estado que robaron en el pasado. Mantendría los mismos niveles de monitoreo
y control de la corrupción tan suaves para los niveles altos como los que
mantuvieron los gobiernos panistas que la antecedieron. La corrupción en los
altos niveles de los gobiernos estatales continuaría con algunos de ellos endeudándose
masivamente para financiar proyectos cuestionables. Los elementos de control de
la corrupción y abuso de confianza de los niveles medios y bajos probablemente
mejorarían un poco
Andrés
Manuel López Obrador
Qué tal le iría al gobierno
de AMLO con el Índice de la Esperanza? Para empezar, el ingreso per cápita
probablemente crecería por debajo del ritmo del de los EUA, difícilmente
alcanzaría en promedio durante el sexenio el nivel americano, por las
siguientes razones: el gobierno de AMLO eliminaría el blindaje económico,
terminaría con la autonomía del Banco de México, no seguiría una política de
prudencia fiscal e iniciaría una confrontación abierta contra los
inversionistas privados nacionales y extranjeros; su administración
introduciría nuevamente el financiamiento deficitario, acelerando la inflación
y devaluando el valor del peso; la inversión privada disminuiría; el déficit
comercial aumentaría junto con el proteccionismo comercial y los precios de los
productos nacionales e importados aumentarían en el mercado interno. En otras
palabras, la economía perdería competitividad, tendríamos una crisis económica
durante la mayor parte del sexenio y aumentaría la dependencia a las
exportaciones de petróleo crudo.
La distribución del ingreso se deterioraría por los efectos inflacionarios, por
la disminución en la tasa de crecimiento económica, por la confrontación entre
clases de diferente ingreso, por la reducción de la inversión privada y por la
disminución en la creación de empleos. La administración mejoraría los
programas de reducción de la pobreza extrema, aumentando el gasto para
necesidades sociales del 7.2% del PIB al 10%, pero este esfuerzo no sería
suficiente para contrarrestar la reducción del ingreso de la clase media y de
los más pobres por la inflación y el aumento del desempleo. Seguramente no
habría reforma fiscal, y si la hubiera, sería en contra del crecimiento
económico y de la inversión, su énfasis sería en mayores ingresos fiscales
penalizando la inversión y favoreciendo al consumo. El ejecutivo federal
tendría un fuerte impacto sectorial, a través de grandes proyectos públicos,
habría gran participación de contratistas, en especial aquellos que apoyasen
financieramente al PRD y de nuevos contratistas que nacerían al amparo de los
contratos del gobierno. Los mexicanos terminaríamos pagando doble por estos
grandes proyectos populistas, primero porque para desarrollarlos se
necesitarían de los impuestos que pagamos, y segundo por las molestias que
ocasionarían su construcción y por el impuesto inflacionario que eventualmente
tendríamos que pagar todos los mexicanos.
En el terreno de la educación, si Andrés Manuel no puede controlar al
sindicato de Elba Esther Gordillo, luchará en su contra, tratando de crear su
propio sindicato incondicional a sus políticas. Habría un fuerte aumento en los
niveles de gasto e inversión para la educación, pero tendría poco impacto en la
calidad de la educación, así como en el nivel de calificación de la mano de
obra, pues el énfasis sería más en la cantidad que la calidad, sería una
educación politizada.
En cuanto a gobernabilidad habría una abierta confrontación con el Congreso,
las reformas que se aprobarían serían populistas, no para mejorar la
efectividad del gobierno, sino para vender la imagen de buen gobierno a la
opinión pública. El estilo de gobernar produciría un diálogo aguerrido con los
estados gobernados por la oposición. Habría inestabilidad política durante la
mayor parte de su sexenio.
En lo que toca la seguridad, el gobierno de Andrés Manuel trataría de pactar y
dirigir a la delincuencia organizada: su lema sería si no es posible
combatirlos, preferible controlarlos y dirigirlos. Seguramente legalizaría
algunas de las drogas cuyo tráfico más perjudican al país: la marihuana y la
cocaína.
En cuanto al control de la corrupción, el gobierno de Andrés Manuel mantendría
muy abierto los ojos monitoreando y criticando a los gobernadores de los
partidos de oposición y cerrando sus ojos a los excesos en los estados
manejados por sus correligionarios y de los que apoyan a su administración. Los
mecanismos de manejo y castigo de la corrupción de los niveles medios y bajos
probablemente no serían efectivos.
Enrique
Peña Nieto
Finalmente, ¿cómo saldría la evaluación del
candidato puntero EPN? Seguramente la administración de Enrique trataría de
manipular el blindaje económico, socavaría la autonomía del Banco Central y se
alejaría de la prudencia fiscal cuando así le conviniera y fuera necesario para
sus fines políticos o personales. El ingreso per cápita de los mexicanos
posiblemente crecería al mismo ritmo que el de los americanos, quizás un poco
por encima. Habrían grandes proyectos y mucha participación de especuladores y
contratistas, por lo que los mexicanos terminaríamos pagando triplemente por
estos gigantescos proyectos de desarrollo: primero para financiar su desarrollo
con nuestros impuestos, segundo por las molestias durante su construcción y
tercero terminaríamos pagando peaje por el uso de los servicios de
infraestructura que generarían. Posiblemente habría una crisis económica al
final del sexenio cuando el gobierno tratase de apurar la terminación de sus
grandes proyectos con financiamiento deficitario.
La distribución del ingreso probablemente empeoraría por los efectos
inflacionarios de su oportunista política fiscal. No habría grandes avances en
la reducción de la pobreza, manteniéndose los niveles actuales de 52 millones
de pobres. Indudablemente no habría acuerdos para llevar a cabo una reforma
fiscal.
En cuanto a la educación, el gobierno de Peña Nieto continuaría apoyando al
sindicato de Elba Esther Gordillo. Habría un aumento en los niveles de gasto e
inversión dedicados a la educación pero con poco impacto en la calidad
educativa, probablemente habría inclusive un retraso en los indicadores de
calidad de la educación debido al mayor énfasis que se daría a la cantidad más
que a la calidad, favoreciendo y compensando la trayectoria política de los
maestros y oponiéndose a su evaluación y premiación de sus conocimientos.
En términos de gobernabilidad habría una mejora, dada la mayor experiencia que
tienen los priistas para manejar al país, pero continuarían las dificultades de
entendimiento con el Congreso y para llevar a cabo las reformas estructurales
que necesita el país. El nivel de control y supervisión en los gobiernos
estatales mejoraría un poco, pero el cambio no sería sustancial.
En términos de seguridad, el gobierno de Enrique trataría de pactar con los
criminales y la delincuencia organizada lo que a la postre, nos resultaría muy
caro. Es ridículo e infantil pensar que se puede negociar y pactar con pillos
que por definición no tienen palabra ni honor. Precisamente por ello son
criminales, porque no tienen escrúpulos ni respeto al derecho ajeno.
Probablemente no logre legalizar las drogas para sacar de la ecuación de la
oferta al elemento criminal.
Finalmente en lo que toca al control de la corrupción, el gobierno de Peña
Nieto no iría contra los gobernadores, secretarios de estados ni presidentes
ladrones; trataría de pactar para que a él y a sus allegados, al terminar su
administración, no les hicieran lo mismo. Los mecanismos de control de la
corrupción y abuso de confianza de los niveles medios y bajos probablemente
mejorarían.
Boletas de calificaciones
En la evaluación
comparativa de los presidenciables, considerando las calificaciones a cada uno
de los indicadores del Índice de la Esperanza, ninguno de los tres candidatos
aparece como la mejor opción para México, pero la opción menos mala parece ser
Josefina Vázquez Mota con un promedio de 6.5. El presidenciable más malo sería
Andrés Manuel López Obrador con una calificación promedio de reprobado de 3.6.
Enrique Peña Nieto pasaría de panzaso con un 6 de promedio. Ninguno de los dos
candidatos aprobados figuraría en el cuadro de honor.
Evaluación
de los presidenciables: Un ejercicio en razón a la esperanza
PIB
PC
JVM.- 8.0
AMLO.- 2.0
EPN.- 7.8
Distribución
del Ingreso
JVM.- 6.0
AMLO.- 4.0
EPN.- 5.2
Educación
JVM.- 5.5
AMLO.- 4.0
EPN.- 4.2
Gobernabilidad
JVM.- 6.5
AMLO.- 3.5
EPN.- 7.8
Seguridad
JVM.- 7.5
AMLO.- 5.0
EPN.- 4.7
Corrupción
JVM.- 5.5
AMLO.- 3.0
EPN.- 6.3
Índice de la
Esperanza
JVM.- 6.5
AMLO.- 3.6
EPN.- 6.0
Resultado de la evaluación
Seguramente otro
evaluador modificaría alguna que otra calificación, pero dudo mucho que el
resultado final cambiara mucho en lo fundamental: en las próximas elecciones no
vamos a votar por el mejor candidato, sino por el menos malo.
Los líderes políticos que tenemos son los que merecemos. Si algo nos dice
nuestra historia es que los mexicanos generalmente votamos por sentimiento, por
interés propio y para alcanzar beneficios a corto plazo. Los mexicanos no
contemplamos el beneficio a largo plazo, el interés de nuestros hijos y nietos,
el bienestar del pueblo. ¿Por qué desde la independencia hasta hoy hemos tenido
mayoritariamente entre malos y pésimos líderes que han llevado al país a
estadios económicos muy por debajo de los niveles que hubiéramos podido
alcanzar? Y no es porque no haya buenos líderes, los hay, es porque nosotros,
los votantes no sabemos meditar nuestro voto. El votante mexicano
desgraciadamente es egoísta, no altruista, por lo que existe la posibilidad de
que vayamos a votar mayoritariamente en las próximas elecciones, no por el
menos malo, sino por el más malo, el que más promesas haga, el que más
despensas reparta.
Espero que esto les ayude a definirse a
los indecisos y/o les cambie la decisión.
ANULACIÓN DEL VOTO Información no muy conocida, y que no les conviene a los partidos políticos, ya que el abstencionismo es su mayor fuente de recursos.
DIFERENCIA ENTRE ABSTENCIÓN Y ANULACIÓN DEL VOTO: Abstenerse (no ir a votar) es avalar; es decirles que estás conforme con cualquiera que resulte ganador, que no te importa quién gane. Que te da igual. Pero ANULAR ES PRESIONAR, PEDIR UN CAMBIO. ¿POR QUÉ?:
20 % DE LOS VOTOS NULOS HACEN NULA LA CASILLA.
20 % DE LAS CASILLAS NULAS HACEN NULO EL DISTRITO.
20 % DE LOS DISTRITOS NULOS HACEN NULA LA ELECCIÓN.
LOS VOTOS EN LAS URNAS SON TODOS LOS VOTOS EJERCIDOS + LOS VOTOS NULOS. NO INCLUYEN LOS VOTOS NO EMITIDOS, ES DECIR, EL ABSTENCIONISMO. El 2% es el mínimo necesario para obtener y/o conservar el registro ante el IFE. Por lo tanto, si aumentamos el universo de votos contenidos en la urna, el porcentaje a favor de ese partido disminuirá. Por lo tanto, si no estamos de acuerdo con ninguna de las propuestas o candidatos, una opción que tenemos para deshacernos de esos vivales, y que sus partidos pierdan el registro, es que en lugar de abstenernos, anulemos el voto.
Si consideramos que se estima un 70% de abstencionismo, cambiemos la historia y en lugar de 70% de no ir a votar, seamos 70% de votos nulos. El voto nulo no elige a nadie, pero cuenta, y cuenta mucho, porque baja el porcentaje de participación económica de cada partido ante el IFE.
Así que en esta elección si tú no querías ir a la casilla a votar, por flojera, hartazgo, indiferencia o cualquier otra razón, piensa ¿qué será mejor?:
Decirles: “Estoy conforme con quien resulte el ganador y no me importa quién sea.”
O que les digas: “¡No! NINGUNO de los CANDIDATOS IMPUESTOS POR LOS PARTIDOS me gusta, ninguno me satisface, y te voy a bajar LA PARTICIPACIÓN ECONÓMICA QUE RECIBES"
ANULAR ES VOTAR, PERO CRUZANDO TODA LA BOLETA. DEJEMOS DE VOTAR POR "EL MENOS PEOR". EXIJAMOS CALIDAD: ES NUESTRO FUTURO.